Como cualquier habilidad o recurso, la listeza debe ser bien empleada, y el niño debe servirse de ella con prudencia. Ningún padre desea que su hijo de diez años se vuelva tan estratégico que empiece a maquinar. El niño que se torna “demasiado listo para su propio bien” puede entusiasmarse con su poder para conseguir lo que quiere y hacer que las cosas sucedan en su provecho. Este niño corre el riesgo de volverse manipulador, egoísta y conspirador. Tal vez decida que, para él, el único modo de ganar consiste en tomar atajos. Si pierde perspectiva, toma demasiados atajos y llega a la conclusión de que es aceptable ganar a cualquier precio, podría cruzar fácilmente la línea que separa la honestidad de la deshonestidad.