Resulta muy común en mi experiencia recibir preguntas
(generalmente de varones) tales como «¿Qué es lo que tengo que decir en un bar
o un lugar determinado para acercarme con éxito a una mujer?». La pregunta por
el QUÉ indudablemente hace referencia al contenido del lenguaje o lenguaje
verbal. Parece que lo buscado es una frase implacable, infalible, una oración
que lanzada hacia la “presa” no tenga margen de error.
Sin embargo, mi
respuesta ante ese interrogante es: No le demos tanta importancia al QUÉ, y prestémosle
más atención al CÓMO. Esto implica que en todo caso lo relevante no es
necesariamente el contenido del mensaje, sino más que nada el lenguaje corporal
con el que acompañamos lo dicho y que es el que le da significado.
En el arte de la seducción, tal como ocurre en la
comunicación humana en términos generales, el lenguaje del cuerpo tiene una
relevancia que no siempre es considerada en su justa dimensión. Es tanto o más
importante que el lenguaje verbal. De hecho, la misma frase acompañada de gestos
faciales, de postura corporal y de tono de voz distintos, puede ser
interpretada por el destinatario de una manera opuesta. Si me acerco a la dama
deseada y le digo una frase maravillosa y original, pero mi lenguaje corporal
transmite inseguridad, temor al ridículo y rigidez, no voy a lograr el
resultado esperado.
Por el contrario, puedo decir una frase “vulgar” pero de
manera graciosa, firme y segura, que tendré otro impacto y voy a generar quizás
una apertura al acercamiento del otro lado.
Por todo lo que comento, se deduce que en el desarrollo de
las habilidades para seducir resulta primordial prestar atención al lenguaje
del cuerpo. Es decir:
- A
lo que transmitimos.
- A
lo que nos transmiten.
- A
la relación que se produce en el ida y vuelta de los mensajes verbales y
corporales encadenados entre sí de manera circular.
Algunas de esas señales corporales no son conscientes, y de
hecho sabemos que son producto de la herencia que recibimos de nuestros
ancestros. Por lo tanto, son comunes a varones y mujeres de diferentes culturas
y de diferentes épocas. Incluso algunas de estas conductas son compartidas con
otras especies de mamíferos. Otras señales son típicas de una determinada
cultura (por lo tanto de un tiempo cronológico y un lugar geográfico) o
subcultura. Y también están las señales características de un individuo, las
aprendemos a lo largo de la historia y de la experiencia personal. Finalmente,
no podemos olvidar las configuraciones y los códigos particulares que se dan en
cada escena de seducción entre dos personas. Por lo tanto, la seducción es un
fenómeno complejo que integra aspectos bioquímicos, culturales, vinculares y
personales.
El lenguaje corporal toma diferentes formas según la etapa
del proceso de seducción en la cual nos encontremos. Los mensajes del cuerpo se
emiten de manera consciente o inconsciente para llamar la atención, para
mostrar interés por una persona en particular, para mostrar importancia y
disponibilidad, para acercarse gradualmente y consolidar la relación.
Para poder llevar a la práctica estos conceptos, serán
útiles las conclusiones elaboradas por los alumnos y las alumnas de mis
talleres de seducción. En algunas ocasiones trabajamos en grupos de varones y
mujeres sobre la siguiente consigna: ¿De
qué manera los varones y las mujeres manifiestan su interés por otra persona?
Las respuestas que aparecen con más frecuencia son las siguientes:
a) Señales corporales de varones
- Mirar
fijamente a los ojos.
- Introducir
el abdomen, sacar pecho y estirar el cuello.
- Peinarse
o acomodarse el pelo con la mano.
- Prender
un cigarrillo y fumar “sensualmente”.
- Intentar
llamar la atención junto con los amigos, por ejemplo hablando en voz alta y
riendo a carcajadas.
- Pasar
por al lado de la mujer y rozarla sutilmente.
- Mostrarse
y parase muy cerca o delante de ella.
- Acercarse
a la mujer directamente para hablarle.
- Alternar
entre ignorarla y mirarla, de manera tal de generarle intriga.
- Jugar
con la llave del auto o con el teléfono celular.
b) Señales corporales de mujeres
- Mirarlo
sin que él se dé cuenta, y luego algunas miradas breves a los ojos.
- Sonreírle
sutilmente o con picardía.
- Ubicarse
corporalmente en dirección a él.
- Bailar
delante de él, para llamarle la atención.
- Enderezarse
y mejorar su postura corporal.
- Cruzar
las piernas y sentarse derecha.
- Repasar
la pintura de los labios y los ojos.
- Arreglar
con la mano la ropa que lleva puesta.
- Sacarse
el abrigo y mostrar su cuerpo.
Si analizamos las manifestaciones de interés sexual de
varones y mujeres podemos observar que la mujer suele ser más sutil, y el varón
más directo. Esto no implica de ninguna manera que el varón es el sujeto “activo”
de la seducción y la mujer solamente una mera espectadora. La seducción
consiste en un interjuego de señales, más o menos evidentes, entre dos
personas. Por lo tanto, la participación de ambas partes es activa, aunque
adopte diferentes formas.
La postura corporal típica del varón es de “agrandamiento y
estiramiento”. Trata de mostrarse fuerte y poderoso adoptando una postura
erguida, “erecta” (valga la metáfora con los órganos genitales), hinchando el
pecho y marcando sus músculos. Una mirada de cazador al acecho y algunos
símbolos (denotados socialmente) de poder como determinada ropa, reloj, joyas,
accesorios electrónicos y por supuesto el auto, completan la escena.
La postura corporal típica de la mujer apunta a mostrar la
sensualidad por medio de las curvas de su cuerpo y la exhibición parcialmente
velada de partes en las cuales los varones ponen su atención, como el busto,
las caderas, el abdomen, la cola y las piernas. Ciertas posturas corporales,
como la de “sirena”, las piernas cruzadas, las caderas giradas con respecto al
tronco y el uso de los zapatos de taco alto, corpiños especiales, medias
ajustadas, minifaldas y otros accesorios facilitan la tarea.
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