CONVERSACIONES SEDUCTIVAS

EL NIÑO ORIENTADO HACIA UNA META

Hay niños que descubren a temprana edad qué es lo que desean hacer de su vida. Se proponen un objetivo y en ningún momento se desvían del curso marcado. Corno definen claramente sus metas y las persiguen de manera inflexible, estos niños intensamente orientados suelen alcanzar éxitos notables. De entre ellos surgen los ganadores de medallas olímpicas, los genios de la computación, los virtuosos del violín, los científicos brillantes, los novelistas aclamados, las primeras bailarinas. Aunque es evidente que están dotados de habilidades especiales, el éxito de estos “supe realizadores” puede atribuirse sólo en parte al talento natural. Para el logro de esos niveles de éxito es igualmente importante la singularidad del propósito y el extraordinario grado de dedicación.

Los niños que triunfan poseen cuatro rasgos básicos:

1. Eligen sus metas.
2. Identifican los desafíos y barreras que se interponen entre ellos y su objetivo.
3. Examinan y evalúan cuidadosamente sus opciones.
4. Hacen lo necesario para obtener lo que quieren.

Para orientarse hacia una meta, un niño no necesita ser una superestrella en potencia. En realidad, muchos chicos de habilidades nada excepcionales son capaces de obtener éxitos notables, pues aprenden a utilizar sus talentos de manera de extraerles el máximo de provecho posible.

Aunque el niño listo pueda no darse cuenta, en un nivel consciente, de que las metas brindan a su vida un sentido de dirección y propósito, percibe intuitivamente su relación con la realización personal. El chico se da cuenta por instinto de que el alcanzar sus objetivos le proporcionará gratificaciones que compensarán sobradamente cualquier sacrificio que esas metas le hayan exigido.

Una de las principales características del niño orientado hacia una meta es su disposición a renunciar a las gratificaciones inmediatas para poder alcanzar objetivos a largo plazo. Por ejemplo: si se ve obligado a elegir entre gastar el dinero que le regaló el abuelo en ir a los videojuegos con sus amigos o ahorrar esa suma para comprar un video programa similar para la computadora de la familia, lo más probable es que este tipo de niño sacrifique el placer inmediato en pos de lograr un placer más prolongado. Como conoce el valor de la autor restricción, sabe que, cuando compre el programa, podrá jugar con el video todas las veces que lo desee.

No es de importancia si la meta del niño es “mundana” (como comprar un programa de videojuego para su computadora) o elevada (ser admitido en un conservatorio de música de primera categoría). Ambas clases de metas cumplen las mismas funciones: estimulan en el niño el deseo de trabajar y realizar, y le ofrecen la oportunidad de probarse a sí mismo y desarrollar sus recursos. Cuando un niño des cubre que es capaz de alcanzar sus metas, se encamina hacia el desarrollo de su autoestima y la confianza en sí mismo.

El niño orientado hacia una meta sabe adónde se dirige, y avanza impulsado por un combustible potente. Este combustible se llama motivación, y cuanto más fuerte sea ésta, mayor será la realización.
Los niños fuertemente orientados hacia una meta son empujados por un anhelo intenso. Martin, por ejemplo, participaba en el programa de entrenamiento agotador porque re conocía que ése era el precio que tenía que pagar para mejorar sus habilidades y sus probabilidades de ganar una beca atlética. Formar parte del equipo de polo acuático de Stanford era mucho más importante que jugar con sus amigos o mirar televisión al volver de la escuela. Su dedicación y su anhelo lo impulsaron a disfrutar de un régimen de entrenamiento que habría resultado insufrible para otros chicos.

Sólo una minoría relativamente reducida de niños se orienta naturalmente hacia objetivos a largo plazo. La mayoría necesita inspirarse para definir sus metas. Por ejemplo, una alumna secundaria no motivada puede sentirse profundamente influida por su profesora de Biología y decidir que desea ser bióloga. Empieza a dedicar más tiempo a sus estudios, sobre todo a las materias científicas. Sus prioridades cambian. Por propia voluntad comienza a pasar menos tiempo Con sus amigos, para cumplir mejor con sus tareas escolares. Obtener notas sobresalientes en los exámenes y las materias se convierte en el foco principal de su vida. A medida que va alcanzando sus objetivos, su confianza en sí misma crece y ella va trazando con todo cuidado las estrategias que le permitan ingresar en una buena universidad y, en último termino, llegar a ser una profesional de primer nivel.

DETERMINAR SI SU HIJO SE ORIENTA HACIA UNA META

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