Mientras María y Daniel pronuncian los votos nupciales, se miran
intensamente a los ojos. Este momento de dicha consolida su impresión de que
son una pareja perfecta. Como la mayor parte de los recién casados, María y
Daniel dan por su puesto que son inmunes a los factores que ponen en peligro
los matrimonios y están convencidos de que, tras el compromiso asumido el uno
con el otro, el resto de la relación marchará sobre ruedas. Sin embargo, las
estadísticas nos dicen que un alto porcentaje de los primeros matrimonios
acaban en divorcios, en la mayor parte de los casos por falta de comunicación.
¿Tienen usted y su cónyuge frecuentes desavenencias? ¿Da usted por
supuesto que cada uno sabe lo que piensa o siente el otro sin necesidad de
hablar? Cuando no existe una comunicación acierta en a pareja, a menudo se
producen situaciones de frustración, enfado y distanciamiento. No obstante,
usted podría transformar sus palabras malhumoradas en frases expresadas con
confianza que ayudarán a la persona con la que convive a comprender sus opiniones
y responder de modo más constructivo.
Julia sabe que su marido, Víctor, últimamente está trabajando
excesivamente. Para contentarlo, deja a los niños con una canguro y se pasa
varias horas preparando una cena perfecta. Cuando él llega a casa una hora
tarde, deglute en silencio el asado quemado y las verduras pasadas. Luego, se
deja caer en el sofá a ver la televisión. Julia rompe a llorar y exclama:
«¡Ni siquiera me das las gracias por la cena! Pero, claro, ¿por qué
ibas a hacerlo? Se ha echado a perder porque has llegado tardísimo. Todo
hubiera estado perfecto si hubieras llegado a casa a la hora. ¡Siempre me haces
lo mismo!»
Cansado después de una larga jornada de trabajo y perplejo ante el
berrinche de su mujer, Víctor le chilla:
«¿Que siempre te hago lo mismo? ¿Por qué reaccionas como una cría
cuando las cosas no salen como tú quieres? Sabes que me mato trabajando para
que puedas estar en casa con los niños y ¿es esto lo que recibo a cambio? Lo
único que quiero hacer ahora mismo es descansar, así que ¡déjame en paz!”
Y con este comentario se da por concluido otro intercambio de
palabras entre Julia y Víctor, con ambos enfadados, menos preciados y llenos de
resentimiento.
Aunque los detalles acerca de estas discusiones pueden variar, la
rabia que se expresa es típica en todos los casos. Los expertos matrimoniales
sugieren que es preferible hablar con franqueza y seguridad sobre lo que le
molesta a uno antes de que los problemas crezcan desproporcionadamente y
absorban la vitalidad del matrimonio.
Cada vez que sienta que su cónyuge lo menosprecia o que lo pone de
mal humor, su responsabilidad es expresar sus emociones; de otra manera, su
pareja probablemente continuará poniéndolo furioso en el futuro. Sea específico
a la hora de explicar cómo lo afectan sus acciones y qué le gustaría que
cambiara de esta conducta.
He aquí lo que Julia podría decir
«Víctor, estoy molesta. Cada vez que llegas tarde del trabajo me
siento como si estuviera aquí únicamente para servirte la comida a tu
conveniencia. Si sabes que vas a llegar tarde, por favor, llámame»
He aquí lo que Víctor podría decir:
«Julia, aprecio que prepares cenas especiales. Pero me frustra
terriblemente que hagas planes sin contar conmigo y que luego te enfades porque
trabajo después de hora. Me siento recriminado tanto si hago una cosa como si
no. ¿No podríamos coordinarlo todo un poco mejor?»
Podrían llegar a un arreglo como éste:
«¿Qué te parece esto?: yo te llamaré cuando vaya a llegar tarde y tú
me harás saber con suficiente antelación si planeas algo especial para la
noche. ¿Estás de acuerdo?»
¿Deja su cónyuge los platos sucios en el fregadero y espera que
usted los lave y los recoja? ¿Deja su cónyuge un rastro de prendas sucias que
van desde el dormitorio al cuarto de baño? ¿Siente cada vez más rabia y rencor
porque es usted quien hace prácticamente todas las tareas domésticas? La mayor
parte de la gente prefiere descansar o salir a divertirse antes que hace las
faenas del hogar y, por lo tanto, cuando la carga recae sobre los hombros de una sola persona sin
previa consulta, es probable que el resentimiento se transforme rápidamente en
hostilidad.
Usted puede enfurruñarse, enfadarse, perder los estribos o apartarse
emocionalmente de la persona con la que convive y todo ello porque siente que
le están tratando de manera injusta. Una alternativa más constructiva sería
exponer a su cónyuge sus verdaderos sentimientos y la expectativa razonable de
que le ayude un poco más.
Esto es lo que puede decir:
«Me enfado cada vez que soy yo la que acabo haciendo la mayor parte
del trabajo de la casa. Necesito un poco de ayuda aquí y espero que como mínimo
te acostumbres a cumplir con tu parte. ¿Es eso pedir mucho?»
Si su cónyuge gruñe:
«¿Por qué tengo que dedicar mi tiempo libre a limpiar después de
trabajar todo el día? Además, corto el césped los fines de semana. ¿Qué más
quieres? ¡Necesito descansar en mi tiempo libre!».
Usted puede contestar con calma:
«Agradezco que cortes el césped, pero el mantenimiento de la casa incluye
muchas más cosas. Yo también trabajo todo el día y mi tiempo libre es tan
valioso como el tuyo. Necesito más ayuda para realizar las tareas del hogar,
como lavar los platos, pasar la aspiradora, etc. Si los dos hacemos un poco
cada vez, a ninguno nos parecerá que pasamos horas y horas limpiando. ¿Suena
eso muy ilógico?»
Si su cónyuge se niega:
«Este asunto doméstico es un fastidio y no sé por qué te altera
tanto. ¿Cuál es el drama?»
Usted puede contestar:
«Bueno, ¿qué te parecería tener que hacer el 95 por ciento de las
faenas de casa mientras yo me quedaba viendo la tele? Mira, no quiero discutir,
pero si pudiéramos compartir las tareas de manera más equitativa, prometo que
me sentiría mucho más feliz y los dos lo pasaríamos mejor. ¿Qué te parece? ¿Me
echarás una mano?»
No reste importancia al impacto destructivo que el reparto injusto
de las labores domésticas puede tener en un matrimonio.
Esta exigencia se produce a menudo después de que uno de los
cónyuges haya pedido dinero para gastos personales o de algunos comentarios
impertinentes sobre el miserable nivel de vida familiar. Aunque la mayor parte
de la gente que está des empleada continúa en paro porque no encuentra el
trabajo apropiado, hay muchos maridos y mujeres que simplemente son holgazanes
o prefieren que los mantengan antes que participar más equitativamente en las
responsabilidades familiares.
Sea amable, pero no se muerda la lengua cuando tenga que hacer
frente a un cónyuge que es un gorrón. Empiece con una frase clara que ponga de
relieve sus expectativas. Luego prosiga con algunas preguntas que lleven a la
otra par te a comprometerse a buscar trabajo o a hacer algún curso de
formación.
También está en su derecho de añadir algunas sugerencias para
encontrar empleo. He aquí algunas maneras de motivar a un cónyuge gandul a
buscar trabajo:
Puede preguntar:
«¿Vas a salir hoy a buscar trabajo?»
Si su cónyuge contesta:
«Ahí fuera no hay trabajos decentes, así que, ¿para qué voy a
molestarme en buscar algo mal pagado?»
Usted puede contestar:
«Mira, sé que el mercado de trabajo está difícil ahora mismo que
tienes tu orgullo, pero necesitamos dos fuentes de ingresos para salir
adelante. Es así de sencillo. Y bien, ¿qué podrías hacer para encontrar
trabajo?»
Si su cónyuge contesta:
«He mirado los anuncios del periódico y había un solo trabajo
decente. He llamado, pero la plaza ya estaba ocupada. ¡Nunca me dan una
oportunidad! ¿Qué más puedo hacer?»
Usted puede decir:
«¿Por qué no llamas a tus amigos y haces correr la voz de que buscas
trabajo? La mayor parte de los puestos de trabajo que quedan libres no se
anuncian y quizá hay alguna plaza vacante. Nunca se sabe, quizá tengas suerte.»
Si su cónyuge dice:
«No voy a mendigar un trabajo a mis amigos. Tengo mi orgullo, ¿sabes?
Nunca me dejarían olvidarlo.»
Usted puede replicar a este argumento con:
«Hablar con gente que conoces sobre oportunidades laborales no es
mendigar: es colaborar en equipo. Es un buen sistema para enterarse de puestos
vacantes antes que los demás. Si son verdaderos amigos, si pueden al menos te
darán el nombre de alguna persona con la que hablar. Si hablas habitualmente
con la gente encontrarás alguna cosa.»
Si su cónyuge se queja:
«Aunque me hablen de algún trabajo, probablemente será tan fastidioso
como el último que tuve... »
Usted puede contestar:
«Puede que el trabajo no sea perfecto, pero nadie dice que tengas
que quedarte para siempre. Quizá te sirva para adquirir experiencia o
formación. Siempre has querido aprender a usar ordenadores o incluso pensabas
en poner en marcha tu propio negocio. ¿Por qué no consideras esa alternativa?
¡Sería el inicio de una nueva carrera!»
¿Agobia e increpa a su cónyuge por comer en exceso o estar como un
saco de patatas? ¿Recurre a insultos y humillaciones para conseguir que pierda
peso? Lo cierto es que regañar a la persona con la que convive por pesar
demasiado servirá de poco y acabará con su dignidad.
Así que ¿cómo puede sugerir a su cónyuge que pierda peso sin
intimidarlo? Primero, no haga comentarios personales despreciativos ni
comparaciones con antiguas relaciones. Este tipo de observaciones sólo sirven
para enfurecer y deprimir a su cónyuge y hacerlo sentirse rechazado. Si el
problema de peso es serio, anímelo a hacerse un examen médico para asegurarse
de que no se trata de un problema de salud.
Si no hay tal problema, apóyelo y anímelo a tomar la decisión
personal de perder peso. Si oye a su pareja hacer comentarios de menosprecio
hacia su persona como «NO SOPORTO MI ASPECTO» O «¡QUÉ GORDO ESTOY!»
diga algo como:
«Bueno, si eso crees, ¿por qué no haces algo para arreglarlo? ¿Cuánto te gustaría pesar?»
diga algo como:
«Bueno, si eso crees, ¿por qué no haces algo para arreglarlo? ¿Cuánto te gustaría pesar?»
«Si pierdes medio kilo al mes, significaría que para el año que
viene por estas fechas pesarías seis kilos menos. ¿Te parece una nieta
realista?»
Seguro que si comieras alimentos que no engorden tanto perderías
algo de peso. ¿Por qué no eliminas las galletas y pastas y compruebas cuánto
puedes perder en un mes?»
«Si de verdad crees que te hace falta perder peso: estoy seguro de
que si comieras menos e hicieras ejercicio, perderías algunos kilos.»
Entonces diga a su cónyuge que cualquier acción que emprenda con el
fin de conseguir un empleo será mejor que nada.
Puede decir:
«La cuestión de fondo es que tienes que conseguir trabajo porque cualquier cantidad de dinero que ganes servirá para mejorar nuestra situación. Yo no puedo hacerlo todo.»
Puede decir:
«La cuestión de fondo es que tienes que conseguir trabajo porque cualquier cantidad de dinero que ganes servirá para mejorar nuestra situación. Yo no puedo hacerlo todo.»
Si este planteamiento no funciona, entonces puede preguntar:
«¿Hay alguna cosa que te inquieta y te obliga a comer en exceso?»
«¿Por qué te preocupas tanto por tu peso? Creo que nuestra sociedad
establece modelos poco realistas para el peso de las personas. »
Por último, aceptar y querer a su cónyuge independiente mente de su
peso reforzará su autoestima y actuará como motivador de su propia superación.
Usted puede decir:
«Tengo la convicción de que perder peso hará que te sientas mejor, pero quiero que sepas que creo que eres la persona más sexy que conozco y te quiero más que a nadie en el mundo, peses lo que peses.»
Usted puede decir:
«Tengo la convicción de que perder peso hará que te sientas mejor, pero quiero que sepas que creo que eres la persona más sexy que conozco y te quiero más que a nadie en el mundo, peses lo que peses.»
Evite comentarios desagradables sobre el peso como:
«Estás cogiendo unos kilitos, ¿eh?»
«¿No crees que parecerías más delgada si no te pusieras prendas con
estampados grandes?»
«¡Ah, ah! Se nota que tienes buen apetito...»
«Ayer cuando andaba de compras me encontré con mi antiguo novio y
tiene exactamente el mismo aspecto que cuando salíamos estando en el
instituto.»
«¿Cómo es que tu hermana se conserva tan delgada?»
«Mi madre tenía razón: has engordado mucho.»
¿Empezó su matrimonio como una tórrida aventura amorosa pero ahora
parece carente de toda inspiración y aburrido? Incluso las mejores relaciones
suelen caer en una rutina romántica. Las parejas pueden cansarse el uno del
otro si disminuyen el tiempo y el esfuerzo que dedican a mantener viva la
excitación de su relación.
El peligro de las relaciones extramatrimoniales y del divorcio aumenta considerablemente cuando un matrimonio alcanza el punto de la indiferencia. Evite hacer comentarios faltos de tacto que hagan perder a su cónyuge la seguridad en el compromiso matrimonial. Para recargar las baterías de una relación amorosa tome la iniciativa y siga estas sugerencias:
El peligro de las relaciones extramatrimoniales y del divorcio aumenta considerablemente cuando un matrimonio alcanza el punto de la indiferencia. Evite hacer comentarios faltos de tacto que hagan perder a su cónyuge la seguridad en el compromiso matrimonial. Para recargar las baterías de una relación amorosa tome la iniciativa y siga estas sugerencias:
1. Reserve tiempo para
usted y su pareja. Pida a su cónyuge que pase cinco
minutos, cinco horas o unos días con usted, sin amigos ni familiares.
Diga algo como:
Diga algo como:
«¿Qué te parecerían cinco minutos de masaje en la espalda?»
«¿Qué tal si pasáramos la noche de un sábado tú y yo solos? Ni
amigos, ni críos, sólo nosotros dos.»
«Vayamos a ese hotelito que vimos anunciado en el periódico. Hace
tanto que no estamos los dos solos.»
2. Cree un ambiente
romántico y hable de los viejos tiempos. Quizá esté
pasado de moda, pero una música suave, luz de velas, flores, algunas
sorpresitas y recordar tiempos pasados pueden atraer a su pareja.
Usted puede decir:
Usted puede decir:
«¿Te acuerdas lo bien que lo pasábamos cuando...?»
«Cuando nos conocimos me enamoré de ti porque...»
«A menudo pienso en la primera vez que hicimos el amor.»
3. Cambie de rutinas
amorosas. Seducir a su cónyuge cuando menos lo
espera puede ser todo un incentivo. Utilice el lenguaje corporal para demostrar
que quiere estar más cerca y luego diga algo como:
«Olvidémonos de los platos [televisión o lo que sea] por un rato. Te
deseo... ahora mismo.»
«Me encanta cuando tú... es tan excitante. ¿No te apetece un poco de
cariño?»
«¿Qué te parece si nos metemos tempranito en la cama esta noche?»
«Pon el letrero de NO MOLESTAR en la puerta del dormitorio.»
4. Olviden las discusiones
y empiecen a escucharse el uno al otro. Es difícil
sentirse romántico si bajo la superficie acechan la rabia y el resentimiento.
Demuestre a su pareja que quiere «hacer el amor y no la guerra». Mantenga una
conversación sincera sobre su relación y anime a la persona con la que con vive
a que descubra sus sentimientos.
No olvide emplear las técnicas de atención y repita con sus propias
palabras lo que dice su cónyuge sin ofrecer resistencia ni contraatacar.
Comparta sus sentimientos, admita los errores y confiese cuanto desea que las
cosas cambien. Reconocer los sentimientos de su pareja libera la rabia, la
tensión y el resentimiento, lo que contribuye a que ambos estén más abiertos a
situaciones románticas.
A continuación encontrará algunos ejemplos sobre cómo repetir con
sus propias palabras lo que oye para así demostrar que escucha y comprende el
punto de vista de su cónyuge:
«Tienes razón. Cada vez que te interrumpo, demuestro que no te
escucho. Lo siento. Por favor, continúa con lo que estabas diciendo.»
«Por lo que dices, parece que estás decepcionada con el modo en que
evoluciona nuestro matrimonio. Yo también. Quiero que colaboremos para mejorar
nuestra relación. ¿Qué sugieres?»
«Nunca había caído en la cuenta de que te hiciera sentir tan mal y
menospreciado cada vez que te critico. Sólo intentaba ayudar pero estoy de
acuerdo en lo que dices. Tengo la convicción de que te sentirás mucho mejor si
me centro en lo positivo que hay en ti.»
«Siento haberte ofendido. Ha sido vergonzoso por mi parte y te pido
disculpas. A veces yo también me siento frustrado y entonces reacciono contra
ti... Estoy de acuerdo en que no está bien. Me gustaría de verdad cambiar
nuestra manera de comunicarnos.»
No importa lo que piense,
su cónyuge no puede adivinarle el pensamiento
Explique a su cónyuge sus deseos, necesidades, esperanzas, temores,
sueños, pasiones y sentimientos. Puede decir:
«Esto es lo que necesito de ti. Necesito...»
«Esto es lo que quiero de ti. Quiero...»
«Esto es lo que quiero de nosotros.»
«Esto es lo que siento por ti...»
«A veces me olvido de decirte lo mucho que te quiero.»
Un cónyuge que toma importantes decisiones familiares sin consultar
a su pareja es un avasallador que necesita que le paren los pies. Si hace
frente a su dominante pareja la primera vez que esto suceda, tendrá más
posibilidades de impedir que tome decisiones serias otra vez sin haberlas
comentado antes con usted. He aquí lo que puede decir:
«Carlos, no puedes traer a casa un perro salido de Dios sabe dónde y
esperar que yo me vuelva loca de alegría. Un perro es una gran responsabilidad
que no puedo asumir. Tienes que de volverlo.»
Si su cónyuge dice:
«Oh, es tan mono y no molestará. Además, ya me he gastado diez mil
pesetas en él.»
Usted puede contestar:
«¡Diez mil pesetas! No nos lo podemos permitir. Seguro que es
adorable, pero los cachorros necesitan muchos cuida dos y tú casi no paras en
casa. Tienes que devolverlo y recuperar el dinero. Punto.»
Luego diga:
«Mira, Carlos, debemos aclarar una cosa ahora mismo. Tengo derecho a
opinar sobre TODAS las decisiones familiares. La próxima vez que quieras
comprar algo importante como un perro, coche o hacer cualquier otra cosa que
altere las cosas aquí, antes lo hablamos. Entretanto, ¡despídete de tu
perrito!»
Ante todo, no existe una manera diplomática de decir a su cónyuge
que tiene una aventura amorosa, así que ni siquiera lo intente. No obstante,
hay tres motivos para que una persona pueda considerar la posibilidad de
revelar una aventura extra-matrimonial.
Tal vez se sienta obligado a explicar a su cónyuge una aventura
amorosa ilícita para liberarse de sus sentimientos de culpa. No/o recomiendo.
Quizá la confesión sosiegue su mente por un tiempo, pero el dolor que
ocasionará a su cónyuge hará que pronto se sienta tan mal o peor que antes de
comunicar la noticia.
Quizá quiera contar a su cónyuge que está manteniendo una aventura
amorosa ilícita como medio para ajustar as cuentas por una infidelidad anterior
de la que usted fue víctima. No lo recomiendo. Aunque puede ser una tentación
ofrecer a su pareja la misma medicina que le dieron a usted, la venganza es una
emoción destructiva y no va a borrar el daño sufrido.
«Me he enamorado de otra persona y quiero el divorcio.)>
Quizá en su momento la idea de casarse parecía buena, pero las cosas
no han salido como usted las había planeado. Ahora ha tomado una decisión:
quiere el divorcio. Tomar la decisión de poner fin a un matrimonio es dolorosa,
difícil, con fusa ya menudo se ve rodeada de sentimientos de culpa y miedo. La
mayor parte de la gente que contempla la posibilidad de un divorcio se pregunta
cómo sobrevivirá su cónyuge tras la separación. He aquí algunas maneras de
hablar con uno mismo para conseguir vencer este miedo:
«No permitiré que el miedo me haga retroceder en lo que sé que es lo
correcto para mí y mi cónyuge. Sobrevivirá, igual que yo.»
Teniendo en cuenta que el momento de comunicar a su cónyuge que
quiere el divorcio es altamente emocional, haga antes un guión de lo que quiere
decir. Utilice frases breves, vaya al grano y omita recriminaciones y enfados.
Sea todo o práctico que pueda. Sugiera volver a hablar dentro de unos pocos días
para tratar los detalles de la ruptura. Diga que s es quedar como amigos, pero
que si eso no fuera posible pondrá todo el proceso de divorcio en manos de su
abogado. Lea su «declaración de independencia» en voz alta para sí mismo varias
veces, oyendo su propia voz. Antes de exponer sus planes a su cónyuge, puede
reforzar su valor diciéndose:
Una situación en la que la confesión de una aventura amo rosa puede
estar justificada es cuando usted ha tomado la decisión de abandonar el
matrimonio. Sea directo y diga:
«Dejar este matrimonio es la decisión más clara que he tomado en mi
vida.»
Puede transmitir su decisión en persona o por teléfono. Si no ve
claro cómo va a reaccionar su cónyuge, elija un lugar público para comunicarle
la decisión. He aquí algunas maneras de decir que para usted el matrimonio está
acabado:
«Me resulta difícil decir esto, pero he tomado una decisión. No
quiero vivir más tiempo contigo. Nuestro matrimonio se ha terminado y quiero el
divorcio. Tenemos que discutir muchos detalles y espero que podamos hacerlo con
calma. No deseo entrar en ello en este momento, así que hablaremos dentro de
unos días.»
«He decidido que no puedo continuar con este matrimonio. No digo que
sea culpa tuya ni mía. Simplemente no ha funcionado, y los dos tenemos que
hacernos cargo de la responsabilidad. Voy a solicitar el divorcio y espero que
podamos resolver los detalles de un modo civilizado.»
Tal vez su cónyuge proteste e intente hacerlo cambiar de opinión con
preguntas que le provoquen sentimientos de culpa como:
«¿Qué dirá la gente? ¿Y qué será de los niños? ¿Cómo puedes hacerme
esto? ¡Esto matará a mis padres!»
Esté dispuesto a responder a estas manipulaciones diciendo algo
como:
«Estoy decidido. Voy a divorciarme. ¿Qué dirá la gente? Es un asunto
nuestro, así que deja que digan lo que quieran. Por lo que se refiere a ti y a
los niños, todos tendremos que apañárnoslas lo mejor posible. Para nadie va a
ser fácil, pero todos sobreviviremos.»
Qué hacer y no hacer al
hablar con un ex cónyuge
En las conversaciones sociales mantenga un tono alegre y en términos
amistosos.
No discuta sobre derechos de visita, pensiones u otras cuestiones
familiares personales en encuentros sociales.
Pregunte por la familia de su ex cónyuge y por los amigos comunes.
No saque a colación viejas discusiones o indiscreciones pasadas.
Demuestre voluntad de olvidar y perdonar lo pasado. No haga llamadas
a su ex cónyuge a altas horas de la no che para hablar o para pedir favores.
Sea agradable cuando conozca a la nueva pareja de su ex cónyuge.
No haga preguntas sobre la vida personal de su ex cónyuge.
Desee lo mejor a su ex cónyuge.
No cotillee sobre su ex cónyuge con amigos comunes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario