CONVERSACIONES SEDUCTIVAS

REFORZAR EL VALOR DEL PLANEAMIENTO ESTRATEGIGO

Diálogo Modelo N° 9

Niños entre 9 y 17 años

Padre: Estoy muy impresionado por tu dedicación al básket. Parecería que te propones llegar a ser un jugador de primer nivel. Dime cuáles son tus metas a largo plazo.
Hijo: Quiero jugar como profesional.
Padre: Me parece fantástico que tengas una meta a largo plazo. ¿Qué crees que necesitas hacer para alcanzarla


Hijo: Ser un gran jugador.
Padre: ¿Y?
Hijo: jugar muy bien y conseguir una beca atlética par tener un buen entrenador.
Padre: Como parte de ese plan, tendrías que jugar dos o tres horas por día. Esa es la única forma de mejorar. Dime qué necesitarás hacer para alcanzar tu meta de conseguir una beca atlética.
Hijo: Buenas recomendaciones de mi entrenador actual y buenos promedios. También tendré que jugar de lo mejor cuando vengan a verme otros entrenadores.
Padre: ¿Eso es todo? Creo que sí. ¿Y las notas?
Hijo: Si uno es un superjugador, las notas no son importantes.
Padre: Supongamos que quieres jugar profesionalmente para una universidad excelente con niveles de exigencia muy altos; Al igual que muchos otros, solicitas una beca. Supongamos que eres un atleta de primera con un promedio regular en las otras materias. Otro atleta muy bueno solicita la misma beca y tiene un promedio superior en las materias no deportivas. ¿Cuál de los dos te parece que ganará la beca?
Hijo: El que tiene mejor promedio. Si los dos somos iguales jugando.
Padre: De acuerdo. Ya has demostrado tu dedicación y tu esfuerzo en lo que se refiere a los deportes. ¿No se ría una pena si, pese a todo tu empeño, no ganaras la beca que querías porque no lograste el promedio requerido en las demás materias?
Hijo: Sí.
Padre: Dime por qué juegas al básket mejor que muchos chicos del equipo.
Hijo: Tengo una habilidad natural, y practico mucho.
Padre: Y sabes lo que quieres.
Hijo: ¡Sí!
Padre: Saber lo que quieres te proporciona una tremenda ventaja sobre los demás chicos. Seguro que eres Uno de los más dedicados del equipo. ¿Consideras que esa dedicación podrías aplicarla a otras áreas?
Hijo: Tal vez.
Padre: Vuelve a decirme cuál es la cualidad que te distingue de casi todos los otros chicos del equipo.
Hijo: Sé que quiero ser jugador de básket profesional.
Padre: Exacto. Tienes una meta específica a largo plazo. También tienes metas a corto plazo. Por ejemplo, sé que tiene objetivos que cumplir cada semana. Sabes cuántos puntos quieres sumar el próximo partido. También tienes metas a largo plazo: ser capitán del equipo y ganar una beca. Tu habilidad para establecer metas te diferencia de los demás y te hace listo y poderoso. ¿Cómo podrías aplicar esa sagacidad a los estudios?
Hijo: Podría fijarme metas.
Padre: Muy bien. Por ejemplo, ¿qué metas a corto plazo te fijarías?
Hijo: Podría decidir qué notas quiero sacar en los exámenes.
Padre: Exacto. ¿Y a largo plazo?
Hijo: Podría decidir qué notas quiero obtener al término de cada semestre en cada materia.
Padre: Me parece muy sensato. Tal vez podríamos hacer una especie de tarjeta de puntaje en la que anota ras tu objetivo para cada materia y después verificarás si lo alcanzaste o no. Si no alcanzas un objetivo en particular, harás lo mismo que haces con el básket. Analizarás el problema y decidirás qué trabajo extra necesitarás hacer para lograr la meta propuesta. ¿Qué te parece esta estrategia?
Hijo: Buena.
Padre: Veamos si podemos idear un sistema de control y una tarjeta de rendimiento en los estudios.

Aunque el padre del diálogo precedente cuida de no apagar el entusiasmo de su hijo por el básketbol y su intensa orientación hacia esa meta, reconoce el peligro subyacente en la singularidad de miras del chico. Legítimamente preocupado porque su hijo parece olvidar la importancia de los estudios, decide estratégicamente capitalizar la autodisciplina o la fijación de metas naturales en el niño. En lugar de sermonear, predicar o amenazar, ayuda a su hijo a identificar el denominador común que conecta la realización académica con la realización deportiva. También le muestra cómo recanalizar parte de su energía sin aminorar su entusiasmo por el deporte ni desanimarlo en su sueño de convertirse en jugador de básket profesional.

Las metas sirven para algo más que brindar a los niños un sentido de la dirección y la concentración. Cuando los jóvenes desarrollan el hábito de establecer metas, adquieren un poderoso recurso para solucionar problemas. Una vez que un niño establece un objetivo específico para corregir un problema determinado, puede crear una estrategia práctica para alcanzar esta meta. Y cuando la alcanza, descubre que el problema, la mayoría de las veces, ha desaparecido.
Para poder utilizar las metas de manera más efectiva, los chicos deben aprender a administrar el tiempo. Este es el tema de la próxima sección.

No hay comentarios:

Publicar un comentario