Muchas veces se hace mención a los otros
hijos que quedan, ¿ cuál es la actitud respecto a los hermanos?,
pregunté una vez.
Nosotros como padres no
siempre captamos la importancia que tiene en la vida de un hermano la falta de
su hermano.
El pensar en nosotros nos
hace dar vueltas sobre nosotros mismos y no vemos el mundo que nos rodea y
dentro del mundo que nos rodea, muchas veces olvidamos a los otros hijos.
Ellos perdieron a su
compañero de juegos, al compañero de cuarto, al compañero de travesuras, a
veces a su modelo, otras a su mascota, en fin existen una infinita gama de
relaciones psicológicas y emocionales que pueden unir a dos hermanos.
Sin embargo, la problemática
de los hermanos no se agota en la partida de su hermnano.
Los hermanos, según sea la
actitud que vean en sus padres, pueden llegar a temer su partida, pues ya
nosotros no somos los mismos que antes, aún más, pueden asumir el
convencimiento que a quién querían sus padres era al hijo que falleció y que
ellos no son queridos por sus padres como es o era querido el hijo que partió;
incluso pueden llegar a pensar que sus padres hubieran preferido que fueran
ellos quienes hubieran partido.
A mí me parece que lo
primero que debe inspirarnos la posición de los hermanos, es respeto, por eso
me voy a limitar a destacar algunos fragmentos de expresiones vertidas por
ellos en distintas circunstancias, omitiendo identificar quien las haya
expresado.
De una hermana a su hermana:
“Ahora que te fuiste de
viaje por el cielo, siento un vacío un dolor... no sé por que estoy viva.
Mi corazón no late, mi alma
se fue contigo y mi mente no hace otra cosa que pensar en vos.
Nunca amé a nadie en el
mundo como a vos; nunca voy a amar a nadie de esa forma.
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