CONVERSACIONES SEDUCTIVAS

PONER DISTANCIA

A menudo, el chico que se enreda demasiado emocionalmente al solucionar un problema es incapaz de pensar con listeza. A medida que crecen la ansiedad, el estrés y la frustración, el niño comienza a perder una perspectiva clara de los diversos puntos y sus esfuerzos se tornan cada vez más contraproducentes. Abrumado y desanimado, aprieta el acelerador, pero sólo consigue que las ruedas giren en falso.


Por lo común, el niño listo que se ve bloqueado se da cuenta de que debe poner distancia con el problema. Reconociendo que ha estirado sus recursos hasta el límite y que sus esfuerzos han comenzado a ir en contra del logro de su objetivo, toma la prudente decisión de dejar el proyecto en suspenso. Este distanciamiento temporario le permite recargar sus baterías físicas, emocionales e intelectuales. A medida que se libera de la tensión contraproducente, desarrolla una perspectiva fresca y nuevos puntos de vista.

Cuando da un paso atrás y evalúa con calma una situación de desafío, el niño permite que su consciente y su in consciente reflexionen sobre la situación. Es frecuente que de este caldero intelectual en ebullición surjan tácticas y estrategias innovadoras que antes no habían parecido posibles.

El niño que sabe cuándo distanciarse posee una clara ven taja sobre el que se traba a golpes con sus problemas. El mismo principio opera cuando alguien se va a dormir por la noche con un problema aparentemente insuperable y a la mañana despierta con una solución. Al dejar la máquina conectada, el niño permite que su cerebro continúe procesando, aunque se halle en reposo.

Para establecer una distancia intencional cuando uno encuentra un obstáculo o cuando una situación se torna difícil, se requiere sabiduría y autodisciplina. Un niño debe re conocer el peligro de sentirse abrumado cuando algo no mar cha bien; debe reconocer el valor de retroceder para considerar lo que está ocurriendo y desarrollar una efectiva estrategia para la solución del problema.

Todos los desperfectos tienen una causa. El niño listo comprende esto y trata de identificar la causa del problema para poder resolverlo. Por ejemplo, una adolescente puede sentirse frustrada porque, tras intentar conectar los componen tes de una computadora, cuando la enciende descubre que el aparato no funciona. Si es lista, recorrerá cada uno de lo pasos que acaba de dar hasta encontrar el error. Si no logra encontrar la solución, parará, descansará y, si es necesario, pedirá ayuda. La alternativa opuesta la llevará a irritarse cada vez más hasta alcanzar un punto de anulación que tal vez le haga estropear la computadora.

Con la guía apropiada, los chicos pueden aprender a poner distancia cuando se hallan enmarañados en un problema de manera contraproducente. Las siguientes actividades suplementarias tienen el propósito de proporcionar a su hijo una práctica adicional para el análisis, la clasificación y la solución de problemas.

Se advertirá que estas actividades son progresivas. Al principio se pide a su hijo que analice la conducta de un niño hipotético; esto permite que su hijo analice la conducta contraproducente con cierto grado de desapego emocional, lo cual hace que el proceso resulte menos amenazador. Después se alienta a su hijo a relatar sus pareceres acerca de hechos de su propia vida y buscar los denominadores comunes que podrían vincular su conducta con la del niño hipotético. Esta progresión, que va de una evaluación desapegada y objetiva a otra más personal, evita las clásicas confrontaciones padre-hijo del tipo “deberías hacer tal cosa”, que a menudo impiden los cambios significativos de actitud o desempeño. La progresión sirve también para apreciar cómo el tomar distancia de un problema difícil suele aumentar la probabilidad de que ese problema sea resuelto.

Actividad suplementaria

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