Debe hacerse una distinción vital entre los conceptos de “inteligente” y “listo”. Aunque con frecuencia ambos fenómenos se superponen, cada uno de ellos puede operar de manera independiente. Un niño, por ejemplo, puede tener la inteligencia suficiente como para resolver complejos cálculos matemáticos. No obstante, el mismo niño puede no ser particularmente listo para evitar que le robaran dos bicicletas por no haberse acordado de asegurarlas con un candado al dejarlas en el patio de la escuela. Otro niño puede ser lo bastante listo para no envolverse en una pelea con el matón de la clase, pero no lo suficientemente inteligente para ganar una beca.
El concepto de inteligente puede definirse como “capaz de pensar creativamente, de reconocer las similitudes y las diferencias, de analizar la información, solucionar problemas, asociar las experiencias pasadas con las presentes, aprender de los errores, comprender las ideas abstractas y filtrar la información”.
Cuando se enfrenta con un problema que lo desafía intelectualmente, el niño inteligente analiza sistemáticamente la situación y se plantea alguna de las siguientes preguntas o todas ellas:
1. ¿Este problema es similar a alguno que yo ya haya re suelto?
2. ¿Cuáles ‘son las semejanzas y las diferencias?
3. ¿Cómo resolví ese problema similar?
4. Este factor del problema es diferente. ¿De qué manera podría este cambio afectar la solución?
5. Ya he cometido este error una vez. ¿Cómo podría evitar equivocarme nuevamente?
Para ser inteligente, no es necesario que el niño se haga estas preguntas en un nivel consciente. El proceso puede tornarse tan natural y arraigado que ocurra sin que el niño se percate siquiera de haber seguido un proceso sistemático para resolver el problema.
Aunque los conceptos de “listo” e “inteligente” se conectan, el ser “listo” implica principalmente la aplicación práctica de la inteligencia.
El concepto de listo puede definirse como “capaz de aplicar la inteligencia, de ir eficientemente del punto A al punto B, calcular las probabilidades, planear estratégicamente, comprender la causa y el efecto, recuperarse de la derrota, neutralizar los obstáculos y sobrevivir en un mundo competitivo”.
Cuando se enfrenta a un desafío o un problema, el niño listo se plantea las siguientes preguntas:
1. ¿Qué es lo que quiero lograr?
2. ¿Cómo puedo hacerlo con éxito?
3. ¿Cómo puedo evitar errores que consuman tiempo y energía?
4. ¿Cómo puedo reducir las probabilidades de fracaso?
La Solución de Jeremy para el problema de transportar el equipo de campamento ilustra la importancia de ser listo para resolver los problemas básicos de la vida. Los pasos que comprende un pensamiento listo son secuenciales, pero, como ya se ha notado antes, el niño no necesita percatarse conscientemente de dichos pasos. En realidad, si alguien preguntara a Jeremy cómo llegó a esa solución, es probable que él respondiera: “No lo sé. Simplemente lo hice”. Aunque es de esperar que un niño se enfrente a una amplia gama de desafíos y problemas a lo largo de su vida, el procedimiento que deberá usar para resolverlos con éxito comprende denominadores comunes claves. Estos denominadores comunes constituyen los fundamentos del pensamiento listo, y son tan pertinentes y aplicables en la clase de matemática como en un viaje de campamento o en la cancha de fútbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario