Cuando estamos
deprimidos, uno de los gestos más inteligentes que podemos hacer es extender la
mano en busca de ayuda, ya sea a un profesional, a un amigo o a un grupo de
ayuda mutua. Porque cuando nos sentimos desanimados y desesperados, pensar con
claridad no es uno de nuestros fuertes.
También
descubriremos que cuando tenemos la humildad de admitir que no sabemos lo que
nos pasa, abrimos nuestra mente a soluciones para nuestros problemas. Siempre
que pido ayuda no me debilito sino que me fortalezco. Ayudar aumenta el
bienestar físico, fomenta mayores sentimientos de espiritualidad y proporciona
una actitud positiva.
La cuestión es
hacer algo positivo para contrarrestar los sentimientos negativos. Cuando doy,
también recibo.
Sólo los fuertes
tienen el valor suficiente de mirar en su interior y tratar de comprenderse.
Llegar a un lugar de satisfacción y
felicidad puede implicar períodos de profunda desconfianza en uno mismo y de
intenso dolor, pero son precisamente estas emociones las que nos incitan a
llegar allí.
A pesar de lo mucho
que nos gusta evitar a las personas cuando estamos deprimidos, un modo probado
e infalible de mejorar nuestro estado de ánimo es relacionarse con los demás.
El mero hecho de hablar con otro ser humano parece bastar para olvidarse por un
rato de uno mismo. Ir a dar un paseo, puede bastar para mantener a raya la
tristeza.
Los padres rara vez
pretenden hacer daño a sus hijos y prácticamente todo el mundo hace lo mejor
que puede en cualquier momento en particular.
Es bueno para el
espíritu aprender a aceptar el amor de aquellos que se preocupan por uno.
Descubriremos que también somos capaces de dar a los demás y ayudarles hasta
que sean bastantes fuertes como para ser autosuficientes.
Esconderse no lleva
a ninguna parte, tan sólo a tener que esconderse más. Cuando estamos
desanimados o enfadados a causa de la vida que llevamos, tenemos dos opciones:
o derrumbarnos o luchar. Si estamos deprimidos pero optamos por hacer lo mejor
posible, nos abrimos a una posibilidad de que algo bueno ocurra, admitimos así
que la vida es imprevisible y que no está bajo nuestro control. Levantarse con
esperanza y una actitud positiva puede resultar como un imán que atraiga cosas
buenas.
El dolor a menudo
sirve para que nos demos cuenta de lo injusta que es la vida y de que a veces
es necesario afrontar desafíos que parecen crueles y sin sentido. Cuanto mayor
es el dolor, más se suele crecer espiritualmente.
Cuando seamos
capaces de utilizar nuestro dolor para contribuir a aliviar el de otros, la
tierra será un lugar más feliz.
La felicidad es
algo que podemos conseguir cada día si lo deseamos y como algo completamente
independiente de aquello que poseemos,
de nuestro aspecto y de cómo nos ven los demás.
La ira puede
proporcionarnos la energía necesaria para llevar a cabo modificaciones
importantes en nuestra vida, y además nos advierte que algo no marcha bien y
debe ser encarrilado.
Encubrir los
problemas puede ser perjudicial porque no nos permite analizar aquello que
realmente nos preocupa y dedicamos nuestras energías en mantener una fachada
feliz en lugar de dejar que otros conozcan nuestros problemas. De esta manera,
encubriendo lo que sucede se malogran los esfuerzos y no se aprovecha el apoyo
y el consejo que otros puedan proporcionarnos.
“Todos los hombres
son cuestionados por la vida; y éstos tan solo pueden responder a la vida
responsabilizándose de su propia vida; a la vida únicamente se puede responder
siendo responsables.” Víctor Frankl.
Independientemente
de lo que nos haya ocurrido en la vida, debemos asumir la responsabilidad de
pedir ayuda para solucionar nuestros problemas. Parte del proceso de
convertirse en una persona madura y centrada, consiste en asumir la
responsabilidad de conseguir ayuda y no hacerse la víctima más del tiempo
necesario. “Tomar una decisión es un riesgo que radica en el valor de ser
libres”.
“La única cosa de
valor en un hombre es su alma. Es el alma la que nos hace humanos.”
Estar deprimidos
nos vuelve irritables e inestables y nos resulta fácil iniciar peleas sin
ningún motivo aparente. Aunque en nuestro interior lo que sintamos sea
tristeza, nuestra desesperación puede manifestarse a través de los arranques de
cólera.
Muchas veces
intentamos ocuparnos de nuestros problemas solos, porque pensamos que si se lo
explicamos a alguien tan sólo conseguiremos que dicha persona se irrite o se
aburra. Pero es en los momentos difíciles en que los miembros de la familia y
nuestros amigos quieren ser aquellos a los que más necesitamos. Si les
confesamos nuestro dolor, hacemos que sientan que los necesitamos y confiamos
en que nos darán ánimos y buenos consejos; les comunicamos lo importante que
son para nosotros. Debemos compartir nuestro dolor con aquellos que tenemos más
cerca. Fingir que todo va bien no ayudará en absoluto y no facilitará las
relaciones con los demás.
Es importante que
seamos serios y responsables acerca de
algunas cosas si queremos comportarnos como adultos responsables. Pero las
personas que llevan dicha seriedad y formalidad al extremo actúan como si todo el peso del mundo recayera sobre
sus hombros. Rara vez se ríen, convierten cualquier situación desconcertante en
un desastre de grandes dimensiones y se preocupan continuamente por cosas que
pueden llegar a ocurrir en el futuro, aunque lo más probable es que no sea así.
“No resulta fácil
encontrar la felicidad en nosotros mismos y resulta imposible encontrarla en
otra parte” Repplier. Mi felicidad depende en gran medida de las ganas que
tenga de buscarla.
Siempre que nos
sentimos destrozados, emerge una parte más fuerte en nosotros. El fracaso
obliga a aprender de nuestros errores y cambiar de actitud. En lugar de
hundirnos, debemos utilizar la derrota para mejorar. Las personas que acaban
triunfando son aquellas que han sufrido alguna decepción y han sido capaces de
reaccionar en forma positiva.
Cuando estamos
deprimidos, lo último que deseamos hacer es armarnos de energía y entusiasmo
para seguir delante de acuerdo con las reglas de la vida.
Pero no debemos
olvidar que para estar presente donde debemos estar (y que el mero hecho de
hacer el esfuerzo de estar) cuando no deseamos estarlo, es un triunfo que nos
ayudará a superar cualquier trance difícil cuando nos sintamos fuertes y
mejor con nosotros mismos.
“Mientras hablas,
no estás escuchando”. Resulta muy útil ventilar nuestros sentimientos en un
clima de comprensión, a menos que seamos capaces de guardar silencio el tiempo
suficiente para oír los consejos y sugerencias de quienes nos ayuden. Airear
los sentimientos es un paso fundamental para llegar a ser equilibrado y feliz,
siempre que se dedique la misma cantidad de tiempo para empaparse de la
sabiduría y los conocimientos de los demás. Por algo será que tengo dos orejas
y una sola boca.
“El principal
responsable de un individuo es ese individuo”. Una de las lecciones más duras
que debemos aprender, es que nosotros somos completamente responsables de
nuestros actos, de nuestros comportamientos y de las elecciones que hacemos a
lo largo de nuestra vida. Tenemos la mala costumbre de echar la culpa de lo que
nos ocurre a los demás, o de esperar que sean los otros quienes nos hagan
sentir mejor cuando estamos deprimidos. Pero cualquiera que se apoya demasiado
en una persona está predestinada a
terminar mal.
“No podría decir
que creo. ¡Lo sé!. He tenido la experiencia de que algo más fuerte que yo me
asía, algo que la gente llama Dios”. Carl Yung. Por muy triste que esté, trate
de aferrarse a la frágil creencia de que no está solo en este vasto universo.
Si es capaz de comprender esa trascendente realidad y de hallar la fuerza para
pedir a Dios valor y esperanza, siempre tendrá la fuerza interior necesaria
para resistir los contratiempos.
El deseo de
arremeter contra las personas que nos han hecho daño es normal y humano,
especialmente si no tenemos las cosas claras. Pero no debemos permitir que el
dolor nos empuje a decir o hacer algo perjudicial, por la mera satisfacción de
desquitarnos con alguien. La vida es larga e imprevisible, así es que en lugar
de quemar puentes cuando estamos deprimidos, deberíamos procurar encauzar
nuestra ira hacia cosas más productivas que no se puedan volver contra
nosotros.
Derramar lágrimas
no sólo es saludable desde el punto de vista biológico, sino que a menudo
constituye una catarsis emocional. Deje que el torrente de lágrimas purifique
su alma y le devuelva cierto equilibrio a su mente y a su cuerpo. Llorar
fortalece emocional y físicamente.
“La relación madre
– hijo es paradójica y, hasta cierto punto, trágica. Requiere el amor más
intenso por parte de la madre, pero este amor debe ayudar al hijo a crecer
lejos de la madre y a llegar a ser completamente independiente”. Erich Fromm. Aquello que
amo sin condiciones está siempre conmigo, porque lo llevo en el corazón.
“La fe hace que la
vida sea soportable, con todas sus tragedias y ambigüedades y sus repentinas y
sorprendentes alegrías”. Si estamos convencidos de que nuestras tragedias y
nuestras alegrías forman parte de un plan inescrutable trazado especialmente
para nosotros, nuestras cruces nos resultaran más llevaderas. Trate de aceptar
hoy tanto su dolor como su felicidad, como pieza de aquello que es mejor para
usted.
A veces puede llevarnos cierto tiempo entender porqué ocurren
determinadas desgracias, pero tener fe en Dios o en una fuerza superior a nosotros,
puede ayudarnos a capear la mayoría de los temporales. Una cosa es tener rachas
aceptables de depresión y buscar el consuelo y el apoyo de los amigos y otra
cosa muy distinta quejarnos y protestar constantemente acerca de nuestra vida y
no adoptar nunca las medidas oportunas para cambiar aquello que nos molesta.
En
vez de ser conocido como alguien cuya respuesta a la pregunta :”¿Cómo estás?”
es siempre negativa, trate de pensar hoy en los aspectos positivos de su vida
para que se conviertan en una respuesta natural y precisa. No dejar que el
sufrimiento se convierta en la razón de nuestra vida.
Si desarrollamos
nuestra faceta espiritual, confiamos en que somos capaces de controlar las
cargas que nos imponen, y sacamos partido de todos aquellos recursos que
necesitamos para salir adelante, descubriremos que somos más capaces de encarar
cualquier contratiempo que la vida nos tenga reservado.
Debemos recordar
siempre que a menos que nosotros controlemos nuestros pensamientos, éste nos
controlará a nosotros. No vale la pena perder el tiempo y las energías en cosas
que se desconocen. Los pensamientos positivos ayudan a producir efectos
satisfactorios.
“Aquél que deja de
aprender es un viejo, tenga 20 u 80 años. Aquél que sigue aprendiendo se
mantiene joven”. Henry
Ford.
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