A la edad de 42 años, Aurore Dupin, la famosa novelista francesa del siglo XIX, quien había adoptado el seudónimo masculino de George
Sand para cubrir el hecho de que sus novelas
eran escritas por una mujer, era un ser humano
destrozado y deprimido.
Su vida personal en ese momento se había desmoronado y era víctima de la crítica de gente
poderosa e influyente de Francia.
Cierto día, abatida y melancólica, deambuló hacia el bosque cercano
a su residencia, donde solía jugar de pequeña.
Se sentó ahí sobre una roca, reflexionó sobre su pasado y meditó sobre el futuro, tratando de analizar su situación personal. Luego de unos momentos, llegó a una conclusión que le
permitiría continuar escribiendo y generar cincuenta novelas más.
Su decisión fue ésta:
De aquí en adelante aceptaré lo que soy y lo que no soy
.
Con mis limitaciones y dones, continuaré aprovechando mi vida
mientras me encuentre en este mundo y aun después.
No utilizar mi vida, tan sólo eso, ¡significa la muerte!
ANOMINO
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