«El mundo, dices, vase estrechando cada día más ante mi paso: ¡qué pequeño es el mundo! ¡Y como si no lo fuera bastante, lo empequeñecen aún más los prejuicios y la miseria de los hombres!
»Ya no puedo viajar, añades, y además, ¡para qué! Todo es lo mismo. La uniformidad tediosa ha invadido el planeta, y no hay forma de encontrar ni un rincón inédito, ni un silencio no mancillado por el vacuo y gárrulo turismo».
Mas yo te digo: ¡qué te importa esto, si te queda la noche! ¡La noche con todos sus milagros, la noche con todos sus soles y mundos!
En cuanto sales a tu balcón se te ofrece ella en su inmensidad divina.
¡Qué pequeñas son las distancias que separan sus orbes para el poder de tus alas!
¡Cómo vas y vienes, ave silenciosa del alma, por entre el enjambre de oro!
Cada uno de tus anhelos de belleza puede escoger un mundo para realizarse.
Y cuando el sueño sella tus párpados, tus ojos y tu corazón están llenos de maravillas.
(AMADO NERVO)
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