¿Por qué te asusta la inconsciencia?
¿Por ventura debes gran cosa a tus pensamientos?
La belleza de tus pensamientos, la magia de tus imaginaciones ha sido para los demás.
A ti cada pensamiento y cada imaginación te han servido de espinas. Has llevado una corona de espinas, sólo que interior e invisible.
Mira cuán hermoso, reposado y sereno es todo lo inconsciente.
Mira lo que el viento hace con las hojas de los árboles y con las olas, sin causarles dolor.
Mira la rosa, cómo sin dolor desabrocha su justillo, florece y muere.
Contempla el agua que, vuelta catarata, se despeña, y sin dolor es espuma al saltar al abismo y al estrellarse en los dientes de la roca.
Advierte el avatar perpetuo de las viajeras nubes.
Y tú mismo, ¿qué eras en la infancia, y qué fuiste más hacia atrás?
¿No reposabas por ventura en el seno de una maternal inconsciencia? ¿Te quejabas acaso?
¿Pues y el sueño, tu amigo predilecto, qué es en suma?
Ah, no, no temas pisar la isla de los Lotófagos...
Deja que tus libros, llenos de amor para todos, sean la muda y generosa conciencia que te sobreviva; y tú, cuando menos por algunos siglos, duerme, duerme...
Bien lo necesitas.
(AMADO NERVO)
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