Frente a esta manera de acceder
a la verdad por experiencia, por trasformación interior, de manera impensada y
arrojado a ella por una situación límite, se opone aquel sistema de pensamiento
que sostiene que se puede acceder a la verdad mediante el conocimiento y sólo
el conocimiento. A partir de ese momento, y sin que sea necesaria alteración
alguna en su ser, el sujeto puede acceder a la verdad.
Por supuesto con
condiciones de dos órdenes, y ninguna espiritual. Por un lado las reglas que se
deben respetar, condicionen de forma, de método, objetivas, etc; por otro lado
condiciones culturales, es preciso haber estudiado, tener una formación,
inscribirse dentro de cierto consenso
científico. Como pueden ver comienza a partir de esta concepción del acceso a
la verdad el origen de estructuras de poder, puesto que para acceder a ella
ahora se hace necesario el permiso de la autoridad correspondiente, en otras
palabras, durante siglos para acceder al conocimiento, y con él a la verdad,
fue necesario la presencia de un intermediario y así, en la figura del
intermediario comienza a gestarse la dominación del sujeto en Occidente.
Esta
figura del intermediario todopoderoso continúa aun hoy con plena vigencia en la
figura del analista de la psiquis
humana: para acceder a la verdad interior el paciente necesita de un
intermediario que le guía, le indica, le autoriza y, eventualmente lo domina
merced a la imposición de valores.
Pero como todo crimen tiene su
castigo, la condena para aquellos sistemas de pensamiento que sostuvieron que
se puede acceder a la verdad mediante el conocimiento se plasmó en el hecho de
que ya la verdad no fue capaz de salvar al sujeto, ya no trajo con ella la
iluminación y la paz interior.
Continúa Foucault diciendo que la noción de
conversión, de espiritualidad se borra al estructurarse un movimiento. Bauman
dice que la ética puede borrar la moralidad. Así vemos que se puede pasar de la
pertenencia a RENACER por el acceso que permite a la espiritualidad, a la pertenencia
por adhesión a la estructura, hecho que nos sitúa, nuevamente, en medio de la
lucha entre las dos concepciones de acceso a la verdad.
Para que la ayuda mutua se
cumpla son necesarias varias condiciones elementales:
Gratuidad, paridad, no
imposición de valores.
1-Ningún consultorio es
gratuito, ninguna consulta profesional es gratuita, aunque no haya una
transacción monetaria, que de una u otras manera la hay; existe siempre una
transacción temporal, el profesional ayudante siempre limita el tiempo que dispone
para ayudar a un ser sufriente, de modo que la gratuidad puede verse también
como la atemporalidad en la ayuda.
2-La paridad remite, una vez más
a la ausencia de autoridades y el eterno tema de la filosofía, que es el de la
verdad, la libertad y la relación entre ambas. Toda institucionalización genera
poder, el poder genera control, el control genera sujeción, la sujeción implica
dominación, éstas anulan la libertad de ambas partes. La relación entre el que
tiene poder y el dominado no es una relación entre pares sino de
condescendencia. Esto no es ayuda mutua. La ausencia de poder no es anarquía:
la ausencia de poder es libertad. El poder siempre ata el poderoso al
dependiente. La libertad es la esencia de la verdad, el acceso a la verdad nos
hace libres y Frankl nos dice que el sufrimiento hace al hombre lúcido y al
mundo transparente, en otras palabras, el sufrimiento inevitable puede ser, y
para muchos de nosotros ha sido, la puerta de acceso a la verdad y con ella el
ingreso a una libertad nunca antes experimentada como tal. Esto es, si se
quiere, una definición de la espiritualidad, tan anhelada por tantos grupos que
aun se denominan de autoayuda.
Esta es otra de las razones por las que creemos
que Renacer no debe transformarse en
una estructura, pues ésta requiere cargos y los cargos generan poder y se
comienza el ciclo que lleva a la pérdida
de la libertad. Durante el proceso de expansión de Renacer se dio con frecuencia
el problema del personalismo, que muy disruptivo para algunos grupos. Si bien
éste problema se presento entre padres más veteranos, los más afectados fueron
precisamente aquellos a quienes Renacer más se debía: me refiero a los padres
nuevos, quienes en vez de ver a Renacer como un santuario, como un oasis de paz
y esperanza, lo vieron como otro lugar más donde se repetían las pequeñeces y
egoísmos de un mundo al que por entonces trataban de evitar. Para combatir los
personalismos en los grupos creamos el concepto de ver a Renacer de varias
maneras, entre ellas la de verlo como un lugar donde íbamos para que nos
pasaran un brazo alrededor de nuestro hombro y nos compadecieran, o de verlo
como un lugar donde íbamos a dar algo de nosotros en homenaje a nuestros hijos,
concepto éste ultimo que habíamos conversado con Elisabeth Lükas.
Ésta ultima
manera de ver a Renacer, además de responsabilizar a cada padre por la manera
en que vive su propia vida, más allá de la muerte de un hijo, permitió a cada
padre, madre, hermana, hermano, tíos, abuelos, hacer su propio homenaje, hacer
su propio Renacer sin que mediara imposición alguna de aquellos que
coordinaban, y en algunos casos habían terminado por adueñarse de los grupos.
Sin embargo en algunos lugares esto no alcanzó, o no se le dio toda la
importancia que tiene, y persistieron los personalismos, de aquí entonces esa
frase tan fuerte y que a algunos padres puede parecerles inapropiada: “ Renacer
es un grupo de pares en el que estamos por que hemos perdido hijos y no por
capacidad nuestra, de manera que todo padre que quiera levantar su cabeza por
encima de otro padre creyendo ser más que él, si mira hacia abajo verá que está
parado sobre el cadáver de su hijo”. Afortunadamente la época de los personalismos
en Renacer Argentina esta pasando, pero es muy probable que se produzca en
aquellos lugares donde la tarea está en sus albores
3-Los grupos no pueden imponer
valores a sus integrantes. En esencia lo que los grupos hacen es mostrarle a
cada ser sufriente que no puede dejar de ser responsable por su vida y como la
vive. La responsabilidad, además de ser un existencial humano, es un valor
neutro. A partir del reconocimiento de la responsabilidad individual cada padre
deberá elegir ante quién ES responsable, ante su Dios, ante la sociedad, ante
él mismo, o ante quien ese padre finalmente lo desee. Esta postura nos llevo a
conflictos importantes en 1995-96; uno fue con el sacerdote Mateo Bautista,
quien en San Pedro, provincia de Buenos Aires, luego que diéramos una charla
para el grupo
Renacer de dicha ciudad, nos
dijo que nuestra tarea debería tener a Jesús como referente, como valor para
todos los padres del grupo. Nosotros rechazamos esa pretensión puesto que
Renacer es un grupo ecuménico y hacer eso sería una imposición de valores a los
integrantes de los grupos. A partir de ese momento este sacerdote comenzó con
una furiosa campaña de desprestigio, no sólo nuestro, es decir Alicia y yo,
sino de todos los grupos.
El segundo conflicto importante
se dio con Francisco Bretones de Mar del
Plata quien quería que la
Logoterapia fuese el valor para todos los grupos e insistía con enseñar
Logoterapia a los padres que asistían a Renacer Mar del
Plata. Nuestra respuesta fue
tomada del mismo Viktor Frankl quien dice, claramente en sus libros, que la
Logoterapia no es nada más que el lenguaje del hombre común y corriente, que se
esfuerza en encontrar sentido a su vida, traducido al lenguaje científico de la
medicina, por lo que frente a la postura de Bretones sostuvimos que como decía
el mismo Frankl no éramos nosotros quienes debíamos enseñarle Logoterapia a
esos padres sino ellos nos enseñaban a nosotros, en otras palabras, ellos, los
padres, eran la autentica Logoterapia vivida. A partir de ese instante Bretones
se transformó en un duro crítico de Renacer
DISTINTAS MANERAS DE VER A
RENACER O LAS MÚLTIPLES MANERAS DE SER DEL GRUPO O LOS DISTINTOS NIVELES EN LOS
QUE RENACER PUEDE FUNCIONAR
Pero aun nos quedaba una
obligación más hacia los grupos, y esa consistía en ofrecer múltiples
alternativas, múltiples maneras de ver una misma realidad para que todos los
padres que se acercaran sintieran que podían pertenecer a
Renacer, en otras palabras que
cada padre pudiera encontrar en Renacer aquello que para él o ella significara
una fuente de alivio y esperanza, y así, en Río Cuarto, en 1998 llevamos a cabo
las Terceras Jornadas de Capacitación bajo el título: “En
Busca de Un Lenguaje Común”. Allí mostramos las múltiple maneras de ver a
Renacer.
El sociólogo Bauman afirma que
tomando a la cultura como un modo de ser del hombre orientado siempre hacia el
futuro, y hablando con una visión crítica no se trata de que se pueda ser
críticos teóricos sólo por el hecho de mantener opiniones claramente
diferentes, sino que él cree que “una variedad sustantiva, que deje al
descubierto la pluralidad de posibilidades todavía sin decidir, es una
condición permanente y sine qua non de una sociología capaz de llevar a cabo su
destino critico” Bauman, Zygmunt.
La Ambivalencia de la Modernidad. Paidós,
Barcelona, 2002:53. Esta afirmación de Bauman otorga no sólo validez
sociológica a la exploración de las múltiples posibilidades ofrecidas por
Renacer a los padres, sino que ofrece una nueva dimensión al estudio y
comprensión del fenómeno de Renacer, la dimensión sociológica con sus
consecuentes métodos de estudio, dimensión que trasciende al mero análisis
psicológico y nos orienta, cada vez con más intensidad hacia un método
fenomenológico. Estamos hablando, en otras palabras, de un método de estudio
(la fenomenología) que explique explícitamente lo que el hombre en su manera de
ser natural (de todos los días) conoce implícitamente o tácitamente.
La cultura es a la vez la expresión
de la conciencia de que existe una alternativa y un estímulo para que hombres y mujeres piensen de manera
diferente, siguiendo sendas no autorizadas, acerca del mundo en que viven,
trabajan y mueren. Bauman, Zygmunt. La ambivalencia de la modernidad.
Paidós, Barcelona, 2002:23 Hemos
dicho ya que Renacer es una verdadera revolución cultural, es un desafío
abierto hacia el futuro que busca transformar un hecho a todas luces
catastrófico como es la pérdida de uno o más hijos, en algo tan radical, tan sustancialmente
diferente como es el compromiso existencial de un ser humano con otro como él,
germen de la ansiada paz entre los hombres de buena voluntad en el mundo.
Así podemos ver que, confrontados
al hombre sufriente, tanto la psicología como la psiquiatría empírica se
preocupan por analizar las emociones de las que el hombre tiene experiencia y
surge así esa tendencia a estudiar, elaborar y tratar de ocultar —
analíticamente o farmacológicamente
— el miedo, la ira, la culpa,
etc. Para amenguar estas emociones se da a la persona una manguera para golpear
un colchón, una guía de teléfonos para romper, una habitación a prueba de
ruidos para gritar o, en otros casos, se trata de «elaborarlas» psicoterapia
mediante. Sin darse cuenta ayudado y ayudador
se sitúan en el plano psicológico del problema.
El ayudador se preocupa por los
«síntomas» o manifestaciones del dolor
que la otra persona experimenta —las emociones— y al hacerlo pierde de
vista la manera en que el otro experimenta ese dolor, de tal manera resulta
igual, para uno y otro, que se sufra con dignidad y entereza o se lo haga
miserablemente. Con este abordaje es absolutamente imposible que el ayudador
pueda orientar al ser sufriente a adoptar un valor de actitud, a considerar
como prioridad lo que se puede hacer con
ese sufrimiento, y de esta manera queda cerrada la puerta hacia la
dimensión espiritual del hombre.
En la nueva actitud asumida por
Renacer podemos percibir ambos fenómenos: tanto el origen del sufrimiento como
la experiencia del mismo, y las emociones por él desencadenadas se hacen
visibles y, al percibir nuestras maneras humanas de sufrir, podemos orientarnos
hacia nuevas actitudes respecto a ese sufrimiento, lo que a su vez facilita la
tarea de trascenderlo. De esta manera hemos cambiado nuestra atención desde
aquello que nos sucede hacia lo que podemos hacer con aquello que nos sucede.
El hombre es un ser-ahí, un ser
en el mundo, un ser-con un mundo que existe previamente a nosotros, un mundo al
que el hombre es capaz de dar múltiples significados, a diferencia de los
animales que viven presos de un único mundo que les abren sus sentidos y así un
árbol que se yergue en la pradera será para un ave siempre un lugar de paso
entre los campos de trigo y la montaña, para el zorro será la guarida de la
cual sale a cazar en la noche, para el vacuno la sombra que lo protege.
Para el
hombre en cambio, es el mismo árbol que puede ser modelo para un pintor
caminante, coto de caza para un cazador, objeto de investigación para un
botánico, de explotación para un agricultor, de sombra y descanso para un
caminante, etc. Incluso cabe la posibilidad de que la misma persona se acerque
al mismo árbol cada vez con un proyecto distinto, un día como cazador, otro
como botánico, un tercero como pintor, etc.
Esto significa que el ser humano
puede vivir simultánea y/o sucesivamente en distintos mundos, en otras
palabras, que de un mismo hecho podemos tener múltiples experiencias y esto es
lo que queremos compartir con ustedes, puesto
que representa no sólo la cronología del crecimiento de Renacer, sino las
distintas maneras de ser de Renacer para cada uno de los padres que lo componen.
1- Como generador de Emociones que nos apresan,
nos controlan, nos
Dominan. Aquí el grupo se dedica
a escuchar testimonios,
mayoritariamente dolorosos y en su mayor parte imposibles de trascender
2- Como generador de Sentimientos disímiles,
el grupo trabaja como en 1-
3- Como generador de Crisis Existenciales. Aquí
trabajamos con aquello que aun podemos hacer con lo que nos ha pasado
4- Como generador de Pasiones que nos
engrandecen o nos disminuyen, que son un resultado del Análisis Existencial
propuesto anteriormente
5- Como generador de Homenajes
de vida a esos mismos hijos
6- Como generador de Memoria
Colectiva
7- Como generador de una nueva
manera de ser, como un nuevo Ser. Como puerta
de acceso a la verdad, la libertad, la espiritualidad y, finalmente
8- En toda su capacidad para
arrojarnos a un Sí a La Vida, a Pesar de Todo.
Estas distintas maneras de ser
de Renacer para cada padre que se acerque al grupo implican, además de una
libertad absoluta para ubicarse donde cada uno quiera o pueda, el libre crecimiento de cada padre sin que
haya una determinada estructura que ponga los límites y lo restringa en su
deseo de volar tan alto como su espíritu lo lleve, porque después de todo, como
decía
Goethe “¿Cómo he de encontrar mi
horizonte si no elevo mi mirada al cielo?”
(**) Esto ha sido el germen de
las futuras disensiones. La dificultad para aceptar la libertad.
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