Cuando la
muerte llega inesperadamente, el choque emocional y la incredulidad
pueden resultar abrumadores.
No parece
natural que un hijo muera antes que sus padres, y esto puede resultar muy duro
especialmente cuando la muerte es repentina y/o violenta.
Cuando esto sucede, no hay oportunidad para
prepararse, resolver malentendidos o de despedirse. La vida de los padres y los hermanos cambia
para siempre, a menudo en un instante, y lleva tiempo asimilar la realidad de
lo sucedido.
El Choque Emocional
Es a menudo
la primera reacción del cuerpo en recibir noticias de una muerte repentina
y tiende a manifestarse como un golpe
duro en
nuestras
mismísimas entrañas.
También puede
manifestarse una sensación de total paralización, en la que la familia parece
continuar con las funciones normales, pasando por un funeral con relativa calma
y sin expresar congoja de ninguna manera evidente. Esto es parte de un mecanismo de defensa
natural del cuerpo y puede llevar días, inclusive semanas, hasta que los deudos
hayan asimilado emocionalmente lo que ha sucedido.
Parte de
este proceso resulta en querer saber dónde ha ido el alma del hijo en
este corto tiempo. En tales casos, uno
empieza a retar y a dudar sus creencias religiosas, pero a veces con el tiempo
éstas son restablecidas
con más fuerza que antes.
Los padres
acongojados quisieran poder recibir una señal de su hijo y esto los puede
debilitar emocionalmente hasta el punto de llegar al uso del alcohol o drogas. Esto les dejaría temporalmente
insensibilizados a lo sucedido, pero a la larga podría llevar a una intensa
depresión y profunda soledad.
La Culpabilidad
Es normal
tener sentimientos de culpabilidad por lo sucedido, preguntándose
uno qué es lo que podría haber hecho para prevenir la muerte.
Los padres
sienten responsabilidad de proteger a sus hijos, y los sentimientos
de "¿que pasa si . . . ?", los "¿por qué no . . . ?", los
"¿si solamente hubiera . . . ?" son normales, pero usted no debería
echarse la culpa por la tragedia.
Estos
sentimientos que tiene pueden parecer bastante irracionales, pero no deje que
éstos lo sobrecojan porque el hablar de ellos va a ayudarle a entenderlos.
Es importante
conversar de y compartir estos sentimientos con la familia y
particularmente con personas que han sufrido tal pérdida como los miembros de
Los Amigos Compasivos porque no le juzgarán por lo que está sintiendo.
Algo que
podría ayudarle en descifrar estos sentimientos es escribiendo
un diario expresando en éste cómo hubiera sido despedirse, discutir
situaciones pasadas no solucionadas y relatar cosas que no se pudieron
expresar en vida.
Con el tiempo, el peso
de la culpabilidad y la necesidad de culparse uno mismo disminuirán dejando de
ser los sentimientos principales de congoja y transformándose a un nivel de
comprensión de que muchas tragedias en la vida no son evitables o previsibles.
Aceptar la Realidad
A medida que
uno es más consciente de la realidad de la muerte, es normal
sentirse invadido por un fuerte enojo a la injusticia y de angustia la realización de que la pérdida
es permanente. El enojo puede ser
enfocado a los responsables de la muerte, a Dios por no salvar al hijo, o a
cualquiera o cualquier cosa. A menudo se
anhela estar con el hijo difunto.
Conversar
con otros padres y hermanos acongojados puede ayudar a los
nuevos
acongojados a entender que no están solos y que no "se están volviendo
locos". Muchas familias dicen que
una de las cosas más difíciles es el ver que el mundo sigue adelante después de
la muerte del hijo o el hermano. Es
importante encontrar maneras especiales de recordar al hijo.
Estas evocaciones pueden ser tan simples como la
inclusión del nombre del hijo difunto repetidamente en conversaciones,
relatando historias del hijo, haciendo un álbum especial de recordatorio o
hasta teniendo reuniones familiares especiales para recordar y honrar al hijo.
La Reorganización y Reinversión en la Vida
Aunque la
congoja de cada persona es tan diferente como la persona misma, a
través de este proceso, la familia aprende a vivir sin el hijo y el vacío que
trae su ausencia. La mejoría completa de
tal tragedia es un mito. Las familias
acongojadas gradualmente volverán a su ritmo de vida pero jamás superarán la
pérdida por completo.
Sus vidas nunca
serán como lo eran antes. La familia
como tal ha cambiado para siempre.
También quedará para siempre un espacio vacío a la mesa. Todas las familias que han sufrido tal
pérdida necesitan apoyo a corto y largo plazo cuando la muerte de un hijo es
tan repentina. Algunos también
necesitarán apoyo en superar el miedo que se siente en pensar que algo trágico
pueda suceder a otra persona.
El dolor
cambia lentamente de un intenso dolor y
un enfoque a la experiencia
misma de la muerte a unos recuerdos más memorables y a un compromiso
de llevar sus vidas en honor al hijo difunto de una forma que éste se sentiría
orgulloso.
Algunas personas crean un
memorial al difunto, establecen becas, o abogan con grupos afines para superar
las injusticias relacionadas a la muerte.
Todas estas son maneras constructivas de vivir con lo sucedido,
asegurándose así que algún "bien" venga de la tragedia.
A medida que
el tiempo pasa, muchas personas que encuentran apoyo y amistad a
través de Los Amigos Compasivos, también encuentran una manera de ser activos
en la organización devolviendo el favor a otros padres acongojados. Un modo de recibir apoyo continuo para
superar el proceso de la congoja es ayudando a otras familias que a duras penas
empiezan el largo y duro proceso de la congoja.
Cada persona, por otra parte, tiene que encontrar su propia forma de
volver a dar sentido y propósito a la vida.
Las familias
tienen que razonar la tragedia a su propia manera, integrando la pérdida en sus
propias vidas y reinvirtiendo en el amor, el trabajo y la vida.
El enlace
con el hijo, hermano, o hermana nunca se quebrará, porque el amor que compartieron siempre
existirá.
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