La
muerte de un hijo o una hija es una de las experiencias más duras, difíciles y
dolorosas que puede sufrir un ser humano.
Los
padres se sienten responsables de la protección de sus hijos y, su pérdida, suele
ser vivida como un fracaso y con una gran culpabilidad.
Es
frecuente que la muerte de un hijo produzca tensiones y conflictos en la vida
de pareja:
Dificultades para aceptar que la pareja viva
la pérdida a su manera. Un miembro de la pareja puede sentir, por ejemplo, que
al otro no le importa la muerte lo suficiente (quizás porque no llora o porque
no quiere hablar del fallecido). A veces, la necesidad de parecer fuerte, puede
interpretarse por el otro como falta de interés.
Culpar a la pareja: Es frecuente que uno de los miembros de la pareja
piense que el otro es de alguna manera responsable de la muerte. Esto se puede
traducir en reproches continuos o en sentimientos de impaciencia e
irritabilidad hacia el otro.
Falta de sincronicidad: Puede ocurrir que la pareja no viva al mismo tiempo los
momentos de mayor dolor o las recaídas. Esto puede crear la sensación de que
uno siempre está inmerso en el dolor, y puede contribuir a que se eviten el uno
al otro en los momentos difíciles, para no recaer en el sufrimiento.
Las relaciones: En las relaciones puede ocurrir que las necesidades de
uno incluso aumenten, mientras que las del otro disminuyan o desaparezcan. Esto
puede ser fuente importante de conflictos. El hombre, en general, tiene una
ideal más genital, y es capaz de separar el deseo de su situación emotiva.
Algunas sugerencias: Convéncete que te resultará muy difícil sobrellevar
esta situación solo o sola. Si no puedes aceptar que tu pareja viva y sienta la
muerte a su manera, busca una o dos personas de confianza con quien compartir
tu dolor. Procura mantenerte lo más unido posible a tu pareja.
Poned
palabras a lo que os está pasando, ayudaros mutuamente.
Los otros hermanos: La pareja puede estar tan afectada por su propio dolor,
que descuida a los otros hermanos. Ellos también sufren intensamente la
pérdida, se sienten culpables y pueden tener necesidad de desahogarse.
Hablar
del fallecido y compartir, cada uno a su estilo, el dolor por la pérdida, puede
ser la mejor manera de ayudarse unos a otros y afrontar sanamente la
experiencia de duelo.
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