A mi lado la Muerte, continuaba su andar de
forma pausada, aunque un
tanto
distante.
Al paso de la luz de las farolas comencé a
reparar tímidamente en el rostro
de mi compañera, mi temor, basado en mi
pasado me impedía por momentos
levantar mis ojos para contemplar
abiertamente aquel rostro prohibido y
temido.
Poco a poco comencé a percibir en aquella
etérea presencia una extraña
belleza que nunca antes había vislumbrado.
¡No! No era tan horrenda, ni tan
cruel como me la habían descrito.
En ese preciso instante, un fugaz rayo de
luna se precipitó sobre nosotros
iluminando su secreto rostro. Nuestras
miradas, impulsadas por una
misteriosa fuerza tropezaron kármicamente...
nuestros pasos entonces,
comenzaron acallar obedientemente sus
absurdas prisas...
Entonces su voz, de forma pausada y
telepática
invadió súbitamente mi mente:
Juan, dime: ¿Qué es lo que buscas en mí?
Un amoroso y oportuno silencio selló mis
labios, resguardándome de que
inadecuadas e impulsivas palabras pudiesen
romper el encanto de aquella
amorosa pregunta abarrotada de sentimientos.
Al cabo de unos instantes y luego de un
forzado y meditado esfuerzo musité:
Muerte, No busco nada en ti, no busco
absolutamente nada en ti...
Entonces ¿Porqué te acercas a mí cuando todo
el mundo intenta ignorarme?
Mis ojos, chivatos estos de mis sentimientos
empañaron sus miradas ante el
asomo de las generosas lagrimas que
precipitadamente brotaron desde lo más
hondo de mi Ser.
Muerte, ¡Tú eres la que me da la Vida !.......
¿Acaso no lo
comprendes?
¡Cómo voy a despreciarte!...Sin ti... nada
sería.
Su rostro se volvió tenso como intentando
detener un rebelde sentimiento
femenino que luchaba por expresarse.
Sonrojada alzó lentamente sus ojos y
luego de una breve e incierta pausa murmuró:
No deberías estar aquí Juan. ¿Lo sabes?
No, no lo sé, respondí en voz
baja, pero.....
¿porqué me dices esto Muerte?
Su semblante cambió de aspecto
repentinamente
en el mismo instante en que
una azulada y brumosa niebla comenzó a
cubrir
sus cabellos. Su imagen por
momentos comenzó a desdibujarse en el
espacio, su voz, un tanto impersonal
volvió a resonar nuevamente en los
laberintos
de mi mente:
Mira Juan: Yo no puedo ser tu amiga.
Tú en estos momentos habitas en el mundo de
las formas y como tal, este
tiene sus limitaciones y tú debes asumirlas.
...
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