Cuando la celebración ahonda la ausencia, cuando duelen más los
recuerdos, quiero como nunca estar cerca tuyo.
Hablarte quedamente de la
inútil rebeldía frente a los hechos que ya fueron.
Sé que añoras un beso y una
flor en este día.
Él, en su nueva vida
espiritual es una sutil presencia a tu lado.
Hoy, al abrir tus ojos, tal
vez fue su beso el que te despertó, y en tu jardín esta mañana, verás que se ha
abierto una flor; no lo dudes, es para ti.
No clames por su regreso, él
no se ha ido.
Está contigo, no desde luego
del modo en que lo estuvo hasta ahora, sino hecho imágenes, abrigándote con la
ternura de tantos momentos compartidos.
Deja de lado y para siempre
culpas y reproches. No lo agobies con tu tristeza. No lo entristezcas con tu
olvido.
Recuérdalo honrando su
memoria, sigue siendo la madre, la esposa, la mujer que él ha admirado y
querido entrañablemente...
Llevas sus besos en tus
mejillas, ellos animarán tu camino.
Carlos J. Bianchi.
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